Resulta que a los responsables de la Diputación de Huesca,
del Partido Popular, se les ha ocurrido hacer un bonito videomapping con imágenes del techo que pintó Antonio Saura para su
sede, en los porches de Galicia de la capital, mezclando la
magnífica obra pictórica con monumentos y lugares naturales de la provincia.
Como no podía ser de otra manera, los herederos de Antonio
Saura han denunciado la ocurrencia provinciana, turística y mequetrefe. Ha sido
en la misma semana que un partido de la ultraderecha ha forzado el trágala del
PP en el Ayuntamiento de Huesca para que eliminen el festival Periferias,
puntal del arte contemporáneo.
Hace poco, el centro comercial Grancasa de Zaragoza reformó
sus fachadas, ocultando parte de la obra de Antonio Saura que da la bienvenida
en su entrada. Sebastián López, en 1997 publicista y antes concejal de cultura
en el Ayuntamiento de Zaragoza por el PSOE, convenció al artista para que realizara
su primer mural cerámico, con el argumento de que los centros comerciales son
las catedrales del mundo actual.
En esa ocasión reciente (julio de 2022), también los herederos de Saura
tuvieron que intervenir para que no se cercenase la obra, cosa que
consiguieron, como es lógico. Grancasa es un complejo construido en un solar
conocido como la salchicha del Actur, destinado en principio a equipamientos públicos,
donde intervino como promotor Isabelo Forcén, diputado del Partido Aragonés,
una formación política regionalista conservadora.
Antonio Saura, hermano del cineasta Carlos Saura, consiguió
junto a su grupo de amigos convertir la ciudad de Cuenca en un foco de arte
contemporáneo. Su estimable obra pictórica, predominantemente abstracta y
comprometida, pertenece a la mejor tradición de la creación libre y
concienciada. No es raro que tras su muerte, su legado sea repetido foco de
controversia, siempre enfrentado a las mentes obtusas de los representantes de
lo reaccionario, casposo y enfermizo.
(Imagen: Cocktail Party, Antonio Saura, 1960)